El Instituto Navarro de la Memoria lleva al cómic la historia de Ramón Díaz Delgado y Enrique Cayuela, dos republicanos que lograron fugarse tras pasar seis meses escondidos en el reloj de la antigua estación de autobuses de Pamplona / Iruña.
La vicepresidenta del Gobierno de Navarra, Ana Ollo, ha asistido esta mañana en Civivox Condestable, sede del Salón del Cómic, a la presentación de esta obra colectiva en la que 17 dibujantes recuperan estos hechos ocurridos en 1936 con el objetivo de recordar y sensibilizar a la población recurriendo al noveno arte. El Departamento de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera ha contribuido, en colaboración con TIZA —asociación organizadora del salón navarro—, a la edición de 2.000 ejemplares de esta publicación que se distribuyen gratuitamente a quienes visiten el evento, que se celebra desde el día 6 y hasta el 29 de septiembre.
El trabajo recoge las planchas con las ilustraciones de un cómic mural improvisado realizado durante la pasada edición del Salón, concretamente en su feria Komikitoki, una jornada dedicada a la autoedición y el cómic de segunda mano celebrada en la antigua estación de autobuses y en la que participan colectivos como Geltoki, Traperos de Emaús, Antsoain Komiki Boom o TSKT, así como creadores de diversa procedencia como Madrid, Barcelona, Valencia, Bilbao y Navarra.
A partir del guion de Sergio Biurrun, 15 artistas —Agustín Ferrer, Aritz Irigoien, Belatz, Pedro Osés, Roberto Flores, Don Rogelio, JRA, J.J. Chas, Txema Esteban, Elías Taño, Bildosola, Jokin Larrea, Simonides, Zaldieroa y Julia Subiza—, ilustraron la historia de estos dos antiguos vecinos de la estación de autobuses. El resultado se exhibió en 2023 como una exposición efímera que ahora contará con un formato perdurable. La publicación incluye además una pequeña reseña de cada uno de los artistas implicados, a los que más tarde se sumaron otros dos, Exprai y Hurrikrane, para firmar la portada y una ilustración interior, respectivamente.
El título de la publicación, “Las lámparas llegaron sin novedad”, se refiere a la contraseña con la que el taxista que organizó la huida dio a conocer a las familias de los dos fugitivos que Ramón y Enrique habían conseguido cruzar la frontera. El Instituto Navarro de la Memoria, que cierra con otro texto la publicación, cofinancia este trabajo. La vicepresidenta y consejera de Memoria y Convivencia, Acción Exterior y Euskera se ha referido a esta publicación, “como una nueva forma de difundir y generar reflexión sobre la represión y las historias de superación que se produjeron tras el golpe de Estado en las vivencias protagonizadas por Ramón Díaz Delgado y Enrique Cayuela”, y sobre la que existe también un libro, “Y el tiempo se detuvo”, realizado por Eduardo Martínez Lacabe y Osasunaren Memoria.
“El cómic es una herramienta muy poderosa y accesible de divulgación para todos los públicos y además cuenta con un ingrediente de creatividad muy interesante desde el punto de vista de la Memoria”, ha señalado la consejera Ollo. El Gobierno de Navarra ya incluyó en su día el reloj dentro de su red de Espacios con Memoria “Lugar de Memoria” y ahora refuerza su contenido con esta publicación en la que se recoge esta doble historia de solidaridad y compromiso.
Los protagonistas de una fuga de película
Enrique Cayuela Medina, militante de Izquierda Republicana y secretario del Ayuntamiento de Pamplona durante la Segunda República, se convirtió en objetivo de la represión tras el golpe de estado militar de 1936.
Era, además, hermano del que fue presidente del Club Atlético Osasuna durante más de diez años y secretario de la Audiencia Territorial de Pamplona, Natalio Cayuela. Sus dos hermanos, el propio Natalio y Santiago, fueron asesinados en Valcaldera y él fue castigado con el exilio político durante décadas.
Antes de exiliarse, estuvo seis meses escondido en el reloj de la antigua estación de autobuses de Pamplona, construida en 1934. Este habitáculo tenía un espacio de un metro cuadrado. Se accedía desde el tercer piso a través de una portezuela desde la que tenía que descolgarse. Estuvo escondido tres meses antes de exiliarse con su familia, primero a Francia, y posteriormente a Chile.
Ramón Díaz-Delgado, su compañero de escondite, tras un tiempo en Iparralde, volvería a principios de los años 50 e intentará reincorporarse a su puesto. Fue rehabilitado en 1953, aunque con la sanción de traslado fuera de Navarra durante cinco años y la prohibición expresa para ocupar cargos directivos y de confianza.
Se trata de una historia que hasta hace años era desconocida y que incluye muchos ingredientes casi cinematográficos como la propia frase en clave con la que los dos huidos hicieron saber a sus colaboradores en Pamplona que habían llegado sanos y salvos a la frontera, y que da título al cómic.